Algunos frames de Tierra prometida on line * rescatados del baúl de los recuerdos del 2009 y el texto que acompañaba al proyecto.
*El proyecto Tierra prometida on line (2009) se presenta en formato de videojuego en
red, mediante una aplicación de software libre de descarga gratuita. Está
diseñado en un formato tridimensional y el código fuente permanece abierto,
para que el usuario pueda traducirlo a cualquier idioma. Una vez instalada la
aplicación, es necesario acceder a alguno de los tres dominios, que previamente
se han registrado en Estados Unidos, Israel y el territorio Palestino.
La célebre frase de Goethe “cuando me
asalta el miedo invento una imagen”, tiene respuesta en nuestros días mediante
su doble inverso y obsceno. Tras el cambio de milenio, y en gran parte debido a
los acontecimientos del 11 de Septiembre de 2001, sufrimos un fenómeno que se
ha dado en llamar la militarización de la
información o Infowar.[1]
Las mayorías silenciosas[2]
han perdido todo referente de lo real, gracias a campañas de difusión de
información, que pasan por el filtro de lo espectacular y que
ficcionalizan determinados conflictos,
en pro, ya no de generar imágenes arquetípicas, sino imágenes únicas y
simplificadas a gusto del espectador común, que ya no ha de desarrollar ningún
tipo de criterio escéptico.
Los discursos se han simplificado
hasta alcanzar lógicas casi infantiles, que insultan la complejidad de
conflictos reales, ejemplificados en frases como “en la guerra contra el
terrorismo, estás con nosotros o contra nosotros”, afirmación que bien podría responder a las exigencias narrativas
de un (video) juego cualquiera. Esto se debe a un interés por distanciar al
ciudadano espectador de las fricciones políticas y sociales que realmente
acontecen, y es que como señala Thomas Foley, “cuando las divergencias entre
los gobiernos comienzan a ser absorbidas por las opiniones públicas, aparecen
evidentes riesgos de desmanes incontrolados”.[3]
El continuo bombardeo de información,
se convierte en un arma de pánico masivo que da pie a distintos países, (véase
Estados Unidos o Israel) a desarrollar el rol auto infundado de permanente
victimización, procurándose con ello, un continuo estado de excepción que les
permite por un lado recortar las libertades de sus ciudadanos, y por otro,
saltarse la legislación internacional. “No debemos olvidar que no combatimos a
civiles inocentes, sino a terroristas, y que no estamos en guerra con el pueblo
palestino, sino con organizaciones terroristas”[4]
Además, como señala Slavoj Zizek[5]
se genera una situación ridícula en la que las fuerzas de seguridad palestina
son bombardeadas al tiempo que se ven sometidas a presiones para que castiguen
severamente a los terroristas de Hamás, mientras el estado de Israel, ocupa de
manera silenciosa e ilegal los territorios palestinos, con el apoyo más o menos
evidente de Estados Unidos. Lo realmente sorprendente de esta situación, es la
capacidad de ambos estados de sorprenderse al comprobar que el pueblo palestino
se defiende.
En medio de este diseño, de nuevas
guerras que mantienen y despiertan la expectación del público, y que acaparan
medios más o menos cinematográficos, Europa se siente incapaz de tomar partido
y no muestra una postura clara, mientras su intelligentsia
reprueba en petit comité las posturas
de Israel y Estados Unidos, en sus relaciones diplomáticas se cuida mucho de no
ser acusada de una Schadenfreude antiestadounidense.
También la postura islamista palestina asusta por su irracionalidad, en palabras de Gazi Ahmed “ellos matan a nuestros niños, nosotros matamos a los suyos. Ya no quedan lugares a salvo, no hay más civiles, no hay más individuos a salvo. Es una guerra abierta, sin límites, sin tabúes.” [6]
En definitiva, una situación extrema de la cual en Europa solo percibimos una pantalla distorsionada e infantilizada a modo de ficción lúdica. Una estrategia fatal que requiere de los medios de masas para transfigurarla en un acontecimiento virtual, cargado de datos que se renuevan a diario para saturar la capacidad de discernimiento del ciudadano, como tratamos de mostrar en la pieza “Tierra prometida” a través de la desbordante cantidad de información mediática que aparece en cada una de las tarjetas de los distintos jugadores.
Por otra parte, este proyecto trata de
resaltar el carácter virtual de los acontecimientos que se suceden en la franja
de Gaza, ofreciendo al espectador la posibilidad de participar de un juego sin
objetivo, donde habrá de matarse continuamente por un territorio que no es más
que un desolado campo de batalla, tratando de esquivar manipulaciones
mediáticas que le retrasarán en su partida (a través de las tarjetas),
construyendo edificaciones que serán constantemente demolidas y tomando el relevo de tres distintas
identidades nacionales (repletas de tópicos) que jamás podrán llegar a ganar el
juego.
“¿Cómo
lo hacen? Muy sencillo: apelando a las reglas del juego de la cultura del
espectáculo público, pues, en efecto, sin expectación no hay espectáculo.”[7]
[1] Para más
información véase Virilio, P. “Ciudad pánico”, Edit. Libros del Zorzal, Buenos
Aires, 2006, p.50.
[2] Ver al respecto Baudrillard, J “Cultura y simulacro”, Edit. Kairós, Barcelona, 1978, pp.127
a 136.
[3] Thomas Foley, ex presidente
estadounidense de la Cámara de Representantes, citado por. Virilio, P.
“Ciudad pánico”, Edit. Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2006, p.45.
[4] Yossef Paritsky, ministro israelí de
infraestructura. Citado por. Ibíd.
p.43.
[5] Sobre este
asunto véase Zizek, S. “Bienvenidos al desierto de lo real”, Edit. Akal, Madrid, 2005, p.76.
[6] Gazi Ahmed, intelectual
islamista palestino citado por.
Virilio, P. “Ciudad pánico”, Edit. Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2006, p.45.
[7] Gil Calvo, E. “El miedo es el mensaje”, Edit. Alianza, Madrid, 2003
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